Cuando era nene nadie me elegía para ningún equipo de nada, menos para el juego de pelota. Era lento, sin habilidades para el juego y con nulas capacidades es sociales. Era al que siempre elegían último a la hora de armar equipos. El juego consistía consistía en un profesor pateando una pelota de rugby y un miembro de cada equipo corriendo por la pelota agarrándola y tratando de quedársela.
Yo era pésimo y me hacia mierda saberlo, y que nadie me quisiera en su equipo, y lo mismo sentí cuando quise tener amigos o tener novia, siempre era el menos apto y el menos afortunado. Pero crecí y mi esforcé y con garra, corazón y experiencia comencé a conseguir algunos empates, y un tiempo después era un empate seguro o en varias ocasiones, victoria. Ahí empecé a ser elegido antes, y aunque nunca fui el primero del equipo, mejore mucho.
Aprendiendo a tener ciertos comportamientos sociales y con las personas adecuadas, logre grandes amigos y aunque no todos sigan siendo amigos de la misma manera, estoy contento.
Ahora es hora de darme cuenta que cuando se trata de relaciones no es solo poner garra y corazón para lograr un empate y que me elijan en un equipo, sino hora de tener los huevos para elegir YO quien quiero para no formar un equipo, si no una pareja.
Después de todo, ya no soy ese niño feo y anormal con el que nadie quiere jugar . Y en ciertas ocasiones, victoria es saber cuándo soltar la pelota, por que el resultado no va a cambiar.
2 comentarios:
ahora entendés de qué estamos hablando...
Difícil...!!
Uno a veces elige pero no se atreve a comprar, sólo se queda con la nariz pegada a la vidriera...
Mi metáfora no es futbolera pero se entiende, no...?
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